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Arquitectos: Francisco Mangado
- Área: 15200 m²
- Año: 2006
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Fotografías:Roland Halbe
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Proveedores: panoramah!®
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Un campo de fútbol tiene una función fundamental y evidente: relacionado con su función principal. Pero también tiene dos objetivos no tan obvios y no por ello menos importantes. El primero se refiere al hecho de la representación. Un campo de fútbol se ha convertido en una pieza con ciertos valores icónicos para la ciudad. Se trata en cierta manera de un edificio que se ve no sólo por sus dimensiones cuantitativas, sino también por las cualitativas. El segundo es consecuencia de una pregunta obvia. Una superficie de las dimensiones de un campo de fútbol, que sólo se ocupa de una manera puntual, ¿no resulta un desperdicio de espacio? La respuesta es obviamente afirmativa.
La idea básica que ilustra esta propuesta, lleva hasta las últimas consecuencias el hecho de considerar un estadio más un edificio que una infraestructura. Un edificio que puede ser aprovechado para albergar otros usos, pero que, sobre todo, puede y debe intentar recuperar una vocación ciudadana. El proyecto propone un perímetro de oficinas u otros usos públicos diarios en planta baja, todos tratados como un gran “escaparate” urbano con acceso directo e inmediato desde la calle. Interiormente el estadio resulta ser un vacío sorpresa donde, además de jugar al fútbol, se podrán ver espectáculos públicos de índole diversa y variada.
El contexto en que se localiza la construcción, rodeado de viviendas, impone apostar igualmente por el carácter urbano de la propuesta. La gran escala derivada del lenguaje estructural, queda oculta dentro de los límites del perímetro, que se define con una fachada de aluminio perforado. Este, además de crear un diálogo rico y repleto de matices y transparencias entre el interior al exterior, apuesta por convertir el estadio en un edificio más de la ciudad, ciertamente grande, pero con voluntad de integración.
Las torres, necesarias para iluminar el campo, asumen el papel más simbólico. Iluminadas ellas mismas, como grandes minerales con voluntad escultórica, son vistas desde varios kilómetros de distancia, estableciendo un diálogo en la distancia y en el paisaje, con la catedral de Palencia.